Habla todo lo que quieras: Ensayo autobiográfico sobre el miedo como dispositivo de la violencia por Melissa García Aguirre. Feria Internacional del Libro, Palacio de Minería, CdMx, 26 de febrero de 2019.
Melissa García Aguirre ha creado un libro extraordinario. Una libra, quisiera decir, porque es un libro que habla completamente desde la cuerpa femenina, en el sentido que planteaba Helene Cixous. Una libra en la que palabra y la imagen, forman parte de un constructo fluido en el que la cuerpa afuera y adentro--sobre todo adentro--y su entorno son una.
Habla todo lo que quieras es un parto. Su lectura es un proceso en la que acompañamos a la autora, como ella ha acompañado a otras y a otros en los procesos vitales imbricados del miedo y de la violencia no enunciados, omnipresentes, ancestrales y vívidamente personales. Cito a la autora: “He confeccionado una cobija de pedacería, mujeres rotas… madres, hermanas, amigas, desconocidas. He tejido un pañuelo con determinación, usando hilos nutridos por las hebras salientes de mis heridas: miedos. El miedo hace que las cosas te duelan todo el tiempo, menos cuando se supone que te deberían doler. Yo me crié así, con un temor encarnado, oculto tras la tensión que se acumula en la quijada, el pecho, las manos, la cabeza, la vulva.” (31)
El libro es un ejemplo de aquello que comenta Ruth Behar en su fundamental volumen The Vulnerable Observer (La observadora vulnerable): que hacerse vulnerable en la escritura invita a que tus lectores se vuelvan vulnerables. La poética de Melissa García Aguirre entremezcla imágenes visuales y verbales con referencias a textos literarios y teóricos que se han vuelto parte de ella misma, y que a la vez han tocado a su interior, a su silencio, y han ayudado a este parto: Clarice Lispector, Lucrecio Caro, Doris Lessing, Simone de Beauvoir. Textos que animan a hablar de lo que en otro momento ni siquiera se hubiera articulado de manera consciente. Como indica Melissa en el libro: “Ese silencio lo hicimos todos y tuvimos excusas para mantenerlo, porque era un silencio general, absoluto, que se mimetizaba con el silencio del mundo.” (13)
Se trata de un texto de una fuerza en su configuración y costura tan cuidada que podríamos decir que palabras (las mías) sobran, en cierto sentido.
Léanlo/véanlo/hojéenlo—este libro es un objeto (o una objeta) cuidadosamente confeccionado con la complicidad de la Tresnubes Ediciones y la diseñadora Verónica Enenkel. Y sin embargo es a la vez un testimonio contundente de que las palabras son necesarias, imprescindibles, sobre todo para y desde las mujeres. Calladita te ves más bonita nos han dicho. No te enojes, no te molestes, no seas desagradable. No des voz a esa violencia estructural que queda impresa en todos los rincones de tu ser: la huella del patriarcado que compartimos con machos y hembras desde que nacemos, tal vez desde antes. Melissa García Aguirre ha desobedecido estas dictas y ha ahondado en su propia historia desde la autobiografía, el recuerdo, la metáfora y los símbolos. Demostrándonos una vez mas--sin vociferar pero también sin encubrir los hechos--que lo personal es político.
Como indica en su texto: “Para las mujeres de mi familia, el cuerpo es un costurero, expandido, desenvuelto. La aguja, el hilo y el descosedor, como las manos, el cabello y los dientes. Las telas, pieles, prendas, existencia, posibilidades de complementar el ser de una forma u otra. … La costura y la memoria se cortaban con la misma tijera.” (33)
Sin duda, entonces, este es un texto feminista, aunque no enuncia la palabra: una palabra que a menudo se considera peligrosa, y a menudo es silenciada por las propias mujeres. Feminista porque, en una coherencia con la performancera que también es Melissa, toma como su centro el cuerpo propio, la cuerpa donde se registran y desde la que se vivan las marcas de un entorno sistémico—en escala macro y micro--de violencia patriarcal, donde los seres humanos—y especialmente las mujeres--operamos con miedo. Y desde esta cuerpa habla, por ella misma y por los miembros de su familia—mujeres y también hombres—que forman parte de la configuración social que instaura un régimen social, familiar y personal de miedo, violencia y silencio. Cito a la publicación: “Cuerpa situada al interior de una cavidad que se abre y se cierra: abierta y cerrada, como casa o refugio, como cueva o abertura, como puerta o entrada, o salida. La lengua opera fundando y funda operando. Se expande, se contrae, se invierte y revierte. Se habita a sí misma, es su propia casa.” (15)
Tanto las imágenes como los textos de Habla todo lo que quieras se enfocan en fragmentos de la cotidianeidad, guiños de la cámara hacia fuera y hacia adentro que aluden al trauma, invitando a lo que Jill Bennett ha llamado una “mirada empática” o —para hacer el paralelismo con los conceptos que Eve Kosofsky Sedgwick extrae de la literatura— a una lectura “reparadora”. Bennett, en su libro Empathic Vision: Affect, Trauma and Contemporary Art (Una mirada empática: afecto, trauma y el arte contemporáneo), ha señalado que la contribución de las obras de arte que abordan el trauma y la memoria a la comprensión de este fenómeno muchas veces radica más en su estructura formal que en su contenido, en la búsqueda de un lenguaje de sensación y afecto que registra la experiencia de la memoria traumática como una “entrada en el lenguaje”. Esto—según Bennett-- responde, en parte, a la imposibilidad de representar el trauma, que generalmente se sitúa más allá del dominio del lenguaje y la representación mimética, pero también permite, anota la autora, que la experiencia sea compartida con un público más amplio en vez de ubicarlo únicamente en el nivel del testimonio personal. Remite así a una empatía que no se basa en una afinidad con el otro, sino más bien en el encuentro con un aspecto del otro que no puede ser completamente asimilado, lo cual permite que el afecto coexista con una conciencia crítica, que está arraigada en un concepto más amplio y profundo de memoria, que se expande en el tiempo y en el espacio para involucrarse con la experiencia vivida, involucrándose con el presente interna y externamente sin fijeza, una cualidad que resuena con la dinámica del trabajo de Melissa García Aguirre.
También Habla todo lo que quieras tiene la particularidad de ser una publicación bilingüe, traducida sensiblemente del español de la autora al inglés por José Carlos Villarreal Hernández. Al respecto, me parece curiosa la decisión en el diseño (con la excepción de la portada y el índice) de anteponer el texto traducido al original, y la voz de la autora reinterpretada a las huellas y la sonoridad propias. Nuevamente, parece un gesto de otrear a si misma, de dar voz a otra que es si misma.
Les dejo con este interrogante para la mesa y con otra que plantea Melissa en su texto: “Queda aún una pregunta importante ¿de dónde surge esta necesidad de agarrarnos los unos de los otros: sostenernos? Creo que tiene que ver con la memoria, el agua, la sangre y la tierra.”(47)
Muchas gracias y enhorabuena a Melissa y todxs lxs participantes en la edición.
Karen Cordero Reiman
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