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“Mi mente, mi corazón y mis manos tuvieron que trabajar juntos cuando te amé”. Amatoria

Esta frase es el título de una publicación de narrativa visual, cuyo texto está casi en su totalidad en la portada. Si pensamos esta frase inicial, podríamos decir que es más que un resumen o el enunciado de lo que acontece adentro. ¿Qué es esta frase? ¿Un cuento? ¿Un verso? Sabemos, a través de esta frase que la historia de amor que nos relata acabó. La frase está escrita al pasado. Nos dice cuando te amé tuvo que pasar esto en mí. Estamos mirando una historia de amor a posteriori. Dirían que siempre es así, que miramos sobre las cosas cuando estas se han acabado. No lo sé, no sé si sea así.

Les diré que el trabajo de la edición de esta publicación es la de un archivista. Suele ser el trabajo de archivista el de editar artistas interesados en la memoria. Toda obra o creación humana es de alguna manera, un trabajo sobre la memoria; pero cuando la memoria es uno de los temas o de las intenciones del trabajo, también lo deviene un poco el trabajar con el material. Porqué hablo de ser como un archivista al momento de editar la obra de Amatoria. Porque ella me invita a explorar sus archivos. Porque estoy extrayendo información, tratando de leer y entender cuál fue la vivencia que la ocupó a escribir y crear contenidos. Entonces junté una frase que encontré en unos textos datados de la época de las hojas de la libreta que ocupa nuestra publicación. Y así fue, como dar una lectura, que es una de tantas otras posibles.


Por otro lado, la libreta es al intelecto lo que la ropa interior es al cuerpo. Es el lugar de la expresión de la intimidad intelectual. En esta libreta, Amatoria, acaba de regresar de visitar durante una larga estancia a su novio de Oaxaca que fue a conocer en persona después de meses de romance virtual. Lo conoció en un sitio de dating. Se iban a casar. En general no le interesa dibujar pero como ella nos cuenta, se pone a hacerlo frenéticamente a su regreso. Lo que sabemos de estos dibujos, entonces, es que son un intento de recuperación, un esfuerzo de la memoria para traer al presente un pasado amoroso. También dibujó lo que nunca sucedió. No hay distinción entre lo que se inventa y lo que sí pasó.


La dialéctica del viaje y la dialéctica amorosa comparten no solamente léxico, sino también una situación de la existencia. Hablamos de encuentros y desencuentros al mismo tiempo que de partidas y de llegadas. Como metáfora de la existencia humana las historias de amor inician y acaban, comienzan y terminan, como los viajes.

Ahora si nos asomamos a la secuencia narrativa, lo que a primera vista quisiéramos llamar dibujo erótico o tira erótica nos relata más que encuentros carnales. Y la historia que nos cuenta Amatoria en dibujos los establece al mismo plano que los momentos de intimidad, las caricias, las confrontaciones y todo el lenguaje amoroso de una relación.


El hilo narrativo es la presencia de lo íntimo y cómo este se expresa y se desarrolla entre dos cuerpos. Entonces, saltamos esa categoría tan discutible del amor romántico y entramos en el dominio del diálogo afectivo, del descubrimiento de un conocimiento profundo respeto al gesto. La unión fisiológica de los receptores y emisores –manos, mente, corazón- es necesaria para esa experiencia de amor, y esto tiene varias implicaciones. Esta unión sugiere que no existe jerarquía o diferenciación entre erotismo, sexo y amor sino que es una sola entidad que permite el acceso a un conocimiento de sí que es simultáneo al conocimiento del otro y que en palabras de Amatoria trata del tocar y del ser tocado: el tocar que no diferencia entre la experiencia erótica y amorosa invoca, crea y desarrolla lo que podríamos llamar una mística. Y es esa mística del amor que se encuentra presente en la obra de Amatoria, y a la que siempre nos hace regresar.


Virginie Kastel


Este título es una co-edición entre Tresnubes y Poetazos.


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